“Ver
después no vale, lo que vale es ver primero y estar preparados”
José
Martí
Pocos
temas son tan populares como lo es la Estrategia; también es uno de los más
mistificados y desconocidos. El término aparece en el discurso cotidiano de la
mayoría de las personas, y no falta quien recite con entusiasmo renovado aquel
excelente poema de M. Benedetti: “Táctica y Estrategia”, pero resulta difícil
afirmar que tenemos el concepto verdaderamente incorporado a nuestro modo de
actuar y pensar.
A
nivel individual lo usual es que demos un gran peso a las emociones que
experimentamos y organicemos nuestra conducta sobre la base de consideraciones
del momento. En la empresa, a donde llegó hace años la cultura estratégica
proveniente del campo militar, la situación no es más favorable. Según mi
experiencia la “estrategia” es lo último que se hace, y en la mayoría de los
casos no se aplica. Hay en todo esto un fuerte desconocimiento, intuiciones
estratégicas a lo sumo, pero falta de dominio de aquellas posibilidades que las
técnicas y principios desarrollados en esta área abren a la organización.
Abusamos
de nociones e instrumentos como la “descolorida” Matriz DAFO, el Método de
Escenarios o el Análisis de la Cartera de Actividades (…) “tocamos de oído”,
por así decir. Nos quejamos de la turbulencia del entorno (como si no fuera una
razón más para pensar estratégicamente) y al final la empresa improvisa, no
sabe hacia dónde concentrar sus esfuerzos, qué imagen construir, qué valores
defender, qué oficios proteger y multiplicar; actúa sin coherencia mientras
poco a poco su Fuerza de Trabajo se desmoraliza y reduce el respeto por la Alta
Dirección.
He
observado este fenómeno incontables veces, empresas perderse con veinte
millones de financiamiento que no alcanzaron para revertir la crisis que crea
esa sensación de estar sin dirección, organizaciones en todo su apogeo
aproximando soluciones, tanteando visiblemente alternativas con dudoso
fundamento mientras se incuba la incertidumbre y la desconfianza en su seno.
Muy
ilustrativo resulta, en este sentido, el estudio de los expedientes de
extinción, fusión o traspaso de empresas. Encontraremos aquella demasiado
optimista que no consideró la entrada a su mercado del principal (y ayer
distante) productor; la que descuidó a sus clientes fundamentales por intentar
diversificarse con un negocio muy rentable, pero terminó endeudándose y
perdiendo a los compradores de siempre; la que se empeña en utilizar una estructura
rígida y convencional mientras su principal competidor se ordena por proyectos
y adquiere una fuerza distintiva de especialistas adjuntos que pulsan al ritmo
de la demanda.
Existen
tantos testimonios que exceden los propósitos de este libro. Más bien es mi
interés ir a las causas de esta situación, a una de ellas al menos, sobre la
que podemos trabajar: nuestros directivos necesitan mayor preparación,
sensibilidad y compromiso con la Gestión Estratégica.
Por
eso este trabajo va dirigido en especial a ellos, a sus colaboradores directos,
y a quienes se interesan desde afuera por el rendimiento de la empresa. La meta
es convertir estas páginas en una experiencia real donde todos los miembros de
la organización tengan su oportunidad de participar.
Este
es con seguridad el rasgo más distintivo de la presente propuesta: un trabajo
escrito expresamente para su aplicación práctica, con sentido de urgencia y
afán de inmediatez, y por lo mismo parecerá por momentos una suerte de
conversación en la que iremos progresando como si se tratara del análisis de
nuestras propias organizaciones.
Comenzaremos,
es necesario, por revisarnos a nosotros mismos, ver en qué medida estamos aptos
para acometer el rol de estrategas. Vamos a analizar cómo organizar el proceso,
que filosofía emplear, cuán racionales o participativos podríamos ser, qué
esquema de indagación o preguntas claves tendremos que hacernos y en qué
secuencia. También contaremos con una “Caja de Herramientas” provista de
variedad de útiles que serán un magnifico apoyo durante la reflexión. Opciones
estratégicas, planteamiento táctico, formas de implementar, atenderemos a todos
los momentos importantes para alcanzar una efectiva dirección estratégica en la
empresa.
Este
trabajo, conviene expresarlo, se inspira en un principio simple y eficaz
fraguado codo a codo con el empresario, con el empresario bueno, aquel lleno de
espíritu innovador y compromiso: “lo excelente es enemigo de lo bueno, hagamos
aproximaciones sucesivas”. Este es el pensamiento común de la persona enfrascada
en generar resultados tangibles, y solidarios con tal esquema las páginas que
ahora se presentan no aspiran a ser un producto acabado, más bien persiguen
despertar la necesidad de correcciones fecundas, invitar a la búsqueda
complementaria, al logro compartido de mejores opciones.
No
se trata en primera instancia de un libro para académicos del tema, aun cuando
se nutre y dialoga con ellos. Aborda integralmente cuestiones de proceso y
contenido, técnicas eficaces pero fácilmente apropiables, procura sobretodo
contemplar el mayor número de alertas, en especial aquellas relacionadas con la
importancia trascendental del factor humano. Tampoco persiguen estas páginas
ser un texto local, un material sobre estrategia “cubana”, identitario.
Ciertamente se ha inspirado y es una clara reacción al estado de cosas que
encontramos en nuestra realidad empresarial nacional, pero con seguridad
logrará ser también muy útil a cualquier directivo, especialista o estudioso
envuelto en afanes estratégicos, no importa la latitud en que se encuentre.
¿Cómo
es un estratega genuino? ¿De qué herramientas dispone? ¿Cuáles son sus líneas
fundamentales de acción? Estas son las cuestiones que marcarán el camino, las
coordenadas a recorrer en las próximas páginas.
Espero
lo disfrute tanto como yo.
Rodeloy Castellanos Crúz
La Habana, mayo de 2007
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