El informe de la UNESCO de la
Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI, La Educación
encierra un tesoro, conocido comúnmente como El Informe Delors, presidente de
la Comisión, señala que la educación ha de organizarse alrededor de cuatro
aprendizajes fundamentales, que serán para cada persona, los pilares del
conocimiento a lo largo de la vida:
Aprender a conocer, es decir,
adquirir los instrumentos de la comprensión; aprender a hacer, para poder
influir sobre el propio entorno; aprender a vivir juntos, para participar y
cooperar con los demás en todas las actividades humanas; aprender a ser, como
proceso fundamental que recoge elementos de los tres anteriores.
Esta visión de la educación es
consecuente con las demandas sociales y personales. La sociedad necesita
ciudadanos capaces de convivir en democracia y esta necesidad se traduce en el
ámbito educativo en la educación para la convivencia.
Así mismo, es sabido que las
personas más felices tienen, por lo general, una autoestima más alta, mayor
autocontrol conductual y emocional; disponen de un estilo cognitivo positivo y
mantienen relaciones adecuadas con los demás; saben, asimismo, reconocer y
expresar sus sentimientos de manera apropiada, haciendo suyos valores como el
respeto, la tolerancia y la honestidad.
Por tanto, mejorar las relaciones
interpersonales entre los alumnos y las alumnas, desarrollar la tolerancia y el
respeto a las diferencias entre las personas, actitudes democráticas y
solidarias, así como formar personas críticas y autónomas, son objetivos
educativos de primer orden.
Al considerar el desarrollo
integral de la persona como una finalidad del sistema educativo, las emociones,
los afectos y las relaciones adquieren una mayor relevancia. En este contexto,
el profesorado se interesa cada vez más en los aspectos emocionales y afectivos
de las relaciones interpersonales de los estudiantes, considera la necesidad de
educar estos aspectos para el desarrollo armónico del alumnado y asume como
tarea propia la de enseñar a ser y a convivir además de la de enseñar a
conocer.
Las actividades que se
desarrollan en el aula son el principal vehículo para la relación entre el
profesorado y el alumnado, y es allí donde se pone en juego la carga emocional
y afectiva. La educación emocional comporta el aprendizaje y la práctica en el aula
de estrategias cognitivas, repertorios comportamentales, valores, habilidades
sociales y técnicas de autocontrol que permitan a los alumnos y alumnas saber
vivir satisfactoriamente consigo mismo y con los demás. Tener presentes los
aspectos afectivos y emocionales que se movilizan en el alumnado, como
consecuencia de las interacciones que se dan en el aula y en todo el ámbito
educativo permite establecer las bases para una mejor convivencia en el centro.
La tutoría es un elemento básico
para el éxito en el trabajo educativo con adolescentes, pues se ejerce no sólo
en los horarios destinados a ella, sino en todo el espacio lectivo. Tutor o
tutora es cada profesor o profesora siempre que interactúa con sus alumnos y
sus alumnas. Esta labor se rentabiliza cuando responde a criterios de
planificación y programación a partir de objetivos educativos claramente
definidos y que abarquen el currículo en toda su amplitud.
Consciente del esfuerzo del
profesorado en conseguir una educación integradora que contemple no sólo el
área intelectual, sino también la socio-afectiva, ponemos a su disposición esta
publicación que ofrece un marco general sobre las dimensiones emocionales y
afectivas, y proporciona orientaciones para su programación en la tutoría.
El Director General de Ordenación
e Innovación Educativa y Política Lingüística
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