El Diccionario Enciclopédico de Ciencias de la Educación fue pensado y diseñado como una herramienta de trabajo educativo para docentes, formadores de maestros, estudiantes de profesorado, investigadores educativos, pedagogos, y en general, para toda aquella persona interesada en los diversos fenómenos asociados al quehacer educativo.
El diccionario posee un talante enciclopédico, presenta autores protagónicos de la educación, conceptos o tópicos, instituciones y temas ordenados de modo alfabético; esta amplitud está proyectada para superar los mínimos definitorios o conceptuales de los diccionarios clásicos; en efecto, los autores proponen artículos e interpretaciones que desbordan la delimitación conceptual, presentando así reflexiones, hipótesis y tesis, a partir de experiencias e investigaciones; anteponiéndose a la crítica sobre el carácter de este diccionario (sobre sus excesos o limitaciones) los autores, deliberadamente, optaron por este formato para generar más debate y cuestionar las ideas educativas latentes en ciertas corrientes o discursos.
Se pretende, además, que el diccionario sea una fuente importante para el quehacer investigativo y para enriquecer el acervo cultural docente; la formación docente actual adolece grandes limitaciones –reflejadas en los resultados de pruebas estandarizadas y en los logros de aprendizaje de sus alumnos-, y en gran medida, estos vacíos están asociados a un nuevo estilo de formación –más universitario, y menos normalista- que afectó la mística de la profesión y desvalorizó socialmente sus status quo, ocasionando así una generación magisterial más débil, académicamente hablando.
Por falta de tiempo y de espacios, los clásicos de la educación (autores y tópicos) casi no se estudian o se pasan ligeramente en los planteamientos curriculares; asimismo, las “modas” pedagógicas y didácticas (sea el constructivismo o las tecnologías) han generado graves espejismos y cierta distorsión entre el “discurso” y las “prácticas pedagógicas”. Ante estos problemas, el diccionario pretende ser un instrumento intelectual de inducción global educativa para que docentes, estudiantes o investigadores se arriesguen a inquirir en otros libros o en sus aulas desde los retos propuestos en estas páginas.
Invitamos, pués, a los protagonistas del quehacer educativo a dialogar con este diccionario educativo –en contraste con sus grandes preguntas e intereses-, a enriquecerlo con otras lecturas e investigaciones, y a reformar y transformar las aulas de nuestras escuelas y universidades, desde estas fontanales ideas pedagógicas que pretenden mejores sistemas educativos, con más eficiencia, eficacia, equidad y calidad; dicho de otro modo, esperamos que estas páginas puedan despertar nuevos aprendizajes e intereses, que apunten y apuesten a mejorar la aventura educativa de despertar conciencia, libertad, ética y autonomía en los niños (as) y jóvenes, razón última de la educación.
Los autores
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