El análisis y la evaluación son
reconocidas como destrezas cruciales que deben dominar todos los estudiantes y
con razón. Son requisito para aprender cualquier contenido significativo de manera
que no sea trivial. Comúnmente, se les pide a los estudiantes analizar poemas,
fórmulas matemáticas, sistemas biológicos, capítulos en libros de texto,
conceptos e ideas, ensayos, novelas y artículos – para mencionar algunos. Sin
embargo, ¿qué estudiante puede explicar lo que requiere el análisis? ¿Qué
estudiantes tienen un concepto claro de cómo pensar? ¿Cuál de nuestros graduandos
puede completar la oración: “Cuando se me pide que analice algo, utilizo el
siguiente modelo:...?” El hecho penoso es que a pocos estudiantes se les ha
enseñando cómo analizar. Por eso, cuando se les pide que analicen algo
científico, histórico, literario o matemático – ni pensar, algo ético, político
o personal – carecen de un modelo que les permita hacerlo. Divagan por su tarea
con tan sólo el sentido mínimo de lo requiere el análisis.
No tienen idea de cómo el
análisis sólido puede abrir el camino hacia la evaluación sólida. Por supuesto,
los estudiantes no están solos. Muchos adultos están confundidos de manera
similar en cuanto al análisis y la evaluación como procesos intelectuales.
Sin embargo, ¿qué pensaríamos
de un mecánico de autos que dijera, “Haré lo mejor posible para arreglar su
auto, pero francamente nunca he entendido las partes de un motor;” o si un
linguista dijera, “Lo siento, pero siempre me ha confundido el identificar las
partes gramaticales?” Ciertamente, a los estudiantes no se les debe pedir que analicen
si no tienen un modelo claro y los fundamentos requeridos para hacerlo. De igual
manera, no debemos pedir que los estudiantes hagan una evaluación si no tienen los
criterios en que deben basar su evaluación. La reacción subjetiva no se debe confundir
con la evaluación objetiva.
Cuanto más los estudiantes
internalicen este modelo mediante la práctica, se colocarán en mejor posición
para comenzar a pensar históricamente (en sus clases de historia), matemáticamente
(en sus clases de matemáticas), científicamente (en sus clases de ciencia) y
así más hábilmente (en todas sus clases). Cuando internalizan este modelo, los
estudiantes son mejores estudiantes porque adquirieron un poderoso “sistema
para analizar sistemas.”
Este bolsilibro acompaña al
Bolsilibro Pensamiento Crítico: Conceptos y Herramientas. Complementa, y recibe
complemento de todos los otros bolsilibros de la serie.
Ejemplifica por qué el
pensamiento se comprende y mejora más cuando podemos analizarlo y evaluarlo
EXPLÍCITAMENTE. Las destrezas intelectuales que enfatiza son las mismas
destrezas que se necesitan para razonar las decisiones y problemas inherentes
en cualquiera y cada una de las dimensiones de la vida humana.
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