Este número de Papeles del Psicólogo es una buena prueba
del interés que la Psicología Positiva ha suscitado en medios académicos y profesionales. En los
últimos cinco años, reconocidas revistas (American Psychologist, Journal of
Social and Clinical Psychology, Psychological Inquiry, American Behavioral Scientist,
School Psychology Quarterly, Ricerche di Psicología, Review of General Psychology,…)
también han dedicado números especiales a este tema. Sin entrar en discusiones
nominalistas sobre lo oportuno del término o sobre la necesidad de recurrir a
una etiqueta fundacional, los proponentes de este enfoque hacen énfasis en algo
tan aparentemente sencillo como tener en cuenta los aspectos positivos y
negativos del funcionamiento humano.
Hemos de reconocer, con orgullo, que desde la Psicología
hemos desarrollado métodos de intervención eficaces y eficientes para muchos
problemas psicológicos. Pero no hemos avanzado tanto en destilar métodos para
(re)establecer la felicidad en el desdichado o, de modo más general, para
promover con conocimientos sólidamente derivados cómo mejorar el bienestar.
Parte de esta situación se debe a que por razones muy complejas para poderlas
desbrozar en esta breve presentación, el estudio de lo positivo, por decirlo de
un modo muy sintético, nos ha ocupado más que el estudio de su contrario. En un
análisis de las publicaciones psicológicas desde 1872, recogidas en PsycINFO,
se puede constatar que la proporción entre temas negativos y positivos es de 2 a 1 (Rand y Snyder, 2003).
Pero preguntarse sobre el bienestar humano no es una moda
pasajera. En cierto sentido, la Filosofía occidental no ha tenido nunca otra
preocupación más central, bien desde el análisis directo de las condiciones
sustantivas del bienestar (la eudamonía aristotélica) o bien, más modernamente,
desde el análisis de las condiciones existenciales que limitan el alcance de
ese ideal. Así que Aristóteles, pero también Spinoza, Schopenhauer, Bertrand
Russell, Heidegger, o Cioran, han hecho de esta reflexión sobre la felicidad
uno de los ejes del pensar sobre “lo humano”. Sin embargo, la ciencia se vio
impelida a cubrir otras demandas más acuciantes, ligadas a la lucha contra la
enfermedad, el sufrimiento, o la pobreza y sólo recientemente has estado en
condiciones de explorar con sus herramientas esos terrenos más abonados
inicialmente a lo filosófico. De hecho, no es un accidente histórico que el
Estado del Bienestar fuese una creación centroeuropea y escandinava de la
década de los 60 del pasado siglo, algo que sólo pudo emerger cuando las
principales enfermedades epidémicas ya no eran las primeras causas de mortalidad,
y cuando la prosperidad económica era más alta de lo que nunca se había
conocido en el ámbito occidental. No es tampoco casualidad que fuese a partir
de los años 70 cuando comenzaron los primeros estudios sociológicos a gran
escala sobre el estado de la felicidad de las naciones que, sin interrupción,
han seguido hasta hoy. Ni tampoco es casual que desde mediados de la década de los 80 comenzase una verdadera explosión de estudios sobre
calidad de vida en el ámbito de la Medicina que se han mantenido con un
envidiable vigor.
La Psicología también ha comenzado muy recientemente a
aceptar como un objeto relevante de estudio el bienestar subjetivo y afrontar
directamente, como un deber programático académico, la exploración de las
fortalezas humanas y de los factores que contribuyen a la felicidad de los
seres humanos. El comienzo es tan cercano que se acepta que el inicio formal de
lo que se denomina
Psicología Positiva lo constituyó la conferencia inaugural
de Martin Seligman para su periodo presidencial de la American Psychological
Association (Seligman, 1999). Naturalmente, el germen de la Psicología Positiva
se puede rastrear desde mucho antes, en enfoques históricos de la Psicología
tan bien intencionados como, desgraciadamente, carentes del apoyo empírico
necesario. Esta nueva sensibilidad hacia el estudio científico del bienestar, en
un sentido general, no es exclusiva de la Psicología.
El análisis del bienestar y la búsqueda de indicadores
objetivos conciernen a las ciencias sociales en su totalidad. En este empeño,
por ejemplo, hay grupos de sociólogos y economistas, entre los que activamente
participa el psicólogo y premio Nobel de Economía Daniel Kahneman, que están
dirigiendo sus esfuerzos a analizar los factores que, más allá de las retóricas
oficialistas están ligados al bienestar de los ciudadanos (Kahneman y Krue- ger,
en prensa). ¿Cómo puede hablarse de Estado de bienestar si no se tiene en el
punto de mira de las políticas públicas el incremento efectivo del bienestar de
los ciudadanos?
Sabemos que mientras que la riqueza de muchas naciones
industrializadas ha sido casi exponencial en las últimas décadas, la felicidad
de sus habitantes no ha mejorado sustancialmente, lo que supone una paradoja
política insospechada sobre el significado y alcance del Estado del Bienestar
(Diener y Seligman, 2004).
Es arriesgado saber cuál será el futuro de lo que se
denomina Psicología Positiva. Probablemente, lo que ahora tiene de “movimiento”
o, si se quiere, de moda, acabará disolviéndose sin más estridencias dentro del
quehacer de la Psicología. De hecho, desde nuestro punto de vista, y haciendo uso del conocido pensamiento atribuido a André
Malraux, se puede decir que la Psicología Positiva del futuro será Psicología o
no será. Es decir, el escenario más verosímil es que lo que ahora llamamos
Psicología Positiva estará perfectamente integrada en el quehacer cotidiano de
las próximas generaciones de psicólogos y el análisis y medida del bienestar,
de las emociones positivas, o de las mejoras efectivas en la vida de la gente
que tienen nuestras intervenciones será el modo incuestionado de hacer las
cosas. Resulta llamativo, en este sentido, que las excelentes contribuciones de
este número de Papeles del Psicólogo provengan de jóvenes profesionales e
investigadores en quienes parece no plantearse de modo agudo este falso dilema
conceptual o epistemológico. De modo que, desde un punto de vista teórico o
metateórico (como aducen Linley et al., 2006), no tiene gran interés la
discusión de si la Psicología Positiva pretende ser un nuevo enfoque de la
Psicología.
Creemos que todo es más sencillo pero igualmente supone
un reto de gran magnitud: no se trata de crear otra variante polarizada de la
Psicología sino de tener en cuenta, promover e investigar aquellos aspectos
relacionados con el bienestar y la felicidad humana, incluso para iluminar lo
que es el sufrimiento psicológico (Vázquez et al., 2005). En último término,
estos objetivos son congruentes con lo que preocupa a la gente y a lo que
deberíamos aspirar a estudiar y promover sin ningún desdén. Desde este punto de
vista pragmático, no hay duda de que la Psicología Positiva va a tener un
brillante futuro y la proliferación de artículos, nuevas revistas e
investigaciones rigurosas, permiten aventurar esa predicción. Una iniciativa
interesante, en este sentido, es el proyecto en el que participamos psicólogos
de diversos países con la Universidad de Pennsylvania consistente en el diseño
de una página web que en 2006 e inicialmente basada en el modelo de
www.authentichappiness.org será lanzada simultáneamente en inglés, español y chino y, algo más adelante, en todas las lenguas escandinavas,
con la finalidad de que sirva como un centro de recursos y de investigación
psicológica nacional y transcultural del bienestar humano. Ocuparnos desde la Psicología por la felicidad humana (o
por el bienestar subjetivo, por emplear un término científicamente mejor
acotado) no es una trivialidad fin de siècle, ni un intento oportunista de
buscar posiciones de ventaja, sobre todo si se tiene en cuenta que algunos de
sus promotores más destacados (Ed Diener, Martin Seligman, Daniel Kahneman,
Chris Peterson, Csikszentmihalyi,…) figuraban desde hace años atrás entre los autores
más citados de la literatura científica psicológica por logros en sus
respectivos campos. Va a ser una empresa formidable para la Psicología
contribuir a desarrollar un esfuerzo programático en la consolidación teórica de
los conceptos más relevantes y las relaciones entre los mismos (emociones
positivas, bienestar, sesgos, salud positiva,…), el desarrollo de herramientas
de evaluación válidas de tales conceptos (¿cómo medimos, por ejemplo, el grado
de bienestar de un individuo?) y, finalmente, la exploración y análisis de vías
de intervención (Seligman et al., 2005) que promuevan o ayuden a mantener el
grado de bienestar de los ciudadanos. No hay probablemente un reto más
ambicioso para los científicos sociales y las profesiones sanitarias que
promover la salud y el bienestar real de la gente y a ese noble empeño no
estaría de más dedicar nuestros esfuerzos.
Centro Virtual de Psicología Positiva. http://www.authentichappiness.sas.upenn.edu/Default.aspx
Esta página es fruto de la colaboración entre el Prof. Martin Seligman-director
del Centro de Psicología Positiva de la Universidad de Pennsylvania y
fundador de la Psicología Positiva- y el Instituto de Psicología
Positiva, dirigido por el Prof. Carmelo Vázquez,
Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid. El objetivo de
esta página es ofrecer una amplia variedad de recursos a todas las
personas de habla hispana interesadas en este campo. Entre otros
recursos, en esta página podrá realizar una amplia variedad de test de
Psicología Positiva y comprobar sus resultados instantáneamente de
forma totalmente gratuita. De esta forma, estará además colaborando en
la investigación intercultural sobre la nueva psicología del bienestar.
Esta página está disponible actualmente en tres idiomas -Inglés, Chino y
Español-, aunque en un futuro próximo será también traducida al
Francés, al Ruso y a las lenguas escandinavas entre otras.
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aprovechar todos los recursos que aquí se ofrecen.
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